miércoles, 24 de abril de 2019

Toujours


Impías las llamas
acosaron el verbo
hasta hacer escarnio en el pronombre.
Las palabras antiguas
yacen ahora bajo ocho siglos,
-cielo y tierra se unen-
palabras de piedra
que sustentaron la pluma del poeta.

Llora el jorobado la herida de su amada,
la aguja de tinta
que ya no rasga el cielo en su intento,
y el hombre se pregunta perplejo
de qué sirve la historia.

Arde París
agoniza su dama ante los ojos del mundo,
mueren mientras nacen mil poemas:
hoy los poetas
nos hacemos viga y techumbre
aguja, gárgola de tinta,
grito de rabia
en lágrimas vertidas al Sena.

Yo puse mis alas a tus pies
en un intento volar a lo infinito de otro tiempo.
Dos mil diecinueve, llora el mundo
y Francia sabe que
La Dame sera toujours Notre.