No hay nada
más agotador que la duda,
la piel adormecida,
la rabia del sonido en los
labios
—lo llaman suspiro—
o la curvatura del vidrio en
el silencio
que te refleja.
Nada;
cuando eres acto
involuntario,
parte cóncava y convexa
de la imagen que se desvanece;