Volverás
abril
a
este universo de plazas oxidadas
como
vuelve —inevitable—
aquel
amor adolescente que navega en el recuerdo,
con
la mirada limpia
y
perfume de azahar entre las manos,
con
tu rumor de olas y gorjeos del mirlo
vendrás,
a ensanchar la primavera.
Volverá
tu luz
al
alféizar de unos ojos ya libres de aplausos
en
ciudades vacías, volverán
a
germinar en sus calles los abrazos,
y
en el asfalto, el reflejo
de
la bulliciosa sombra de los amantes pasajeros
será
lo que fue, como una sola.
Volverás
abril,
porque
volver —a veces—
no
es regresar al mismo sitio:
allí
donde los sueños quedaron suspendidos.
Nos
mojaremos juntos en la lluvia, como pájaros
que
desde miles de balcones
alzan
su vuelo ante el color del miedo,
y
desnudaremos en el viento las palabras
de
las horas vacías
desafiando
al sol de un nuevo mundo:
un
ejército de Ícaros, paridos
por
el vientre de la tierra.