A Eva
Nada es —sino tú—
detrás del tiempo y
las heridas,
que nos hablan en silencio
al cerrar los ojos.
Nada, más importante
que tu mirada,
que tu gesto dulce,
que el abrazo,
cuando nos pesa el recuerdo.
Nada yo,
—sin ti—
sin el beso apacible
de tu alma desnuda
y tu sonrisa de lluvia.
Nada que conservar
en mis latidos,
si no me abraza la sombra
de tu luna llena:
Ni siquiera la vida.