ERES
la mujer precisa,
el
preciado tiempo de cualquier instante
todavía,
aquella mujer de hace unos años
donde
Ser, (en femenino) era difícil
en
un mundo con ciudades profanadas
por
viejas costumbres.
La
mujer que me trajo la poesía
en
cada beso
y
algún sueño adolescente,
aquella
a la que perseguir asiduamente
como
a una ola de juventud
con
la sangre sublimada en todos los latidos.
El
anillo al dedo que se ajusta
impecable,
y las alas que fueron necesarias
en
aquellos años, donde carecimos de importancia
algunas
veces. Eran otros tiempos.
Quizá
te recuerdes aún
como
aquella madre insospechada
que
sobornó al viejo cancerbero de celo irreductible
hasta
hacerlo sonreír (con-descendencia).
Yo
nunca supe.
Eres
todos los tiempos difíciles,
todos
los años atrapados,
la
geometría de todas las experiencias.
Aquella
joven de bañador a rayas
—negras
y amarillas—
la
abeja reina de todos los panales
que
soñaba ser maestra.
Nadie, sabe como nosotros
de
aquellos sueños favoritos, enredados
entre
abrazos perpetuos de juventud clandestina,
clavadas
fijamente en el corazón las pupilas
y
algún rubor en las mejillas:
Acaso
el arrayán cristalizado.
Eres
el reto constante
de
cualquier hazaña,
el
paradigma de todos los intentos por vivir,
los
abrazos tantas veces necesarios.
Aquella
mujer que se hizo niña
para
escribir un cuento,
la Campanilla de Peter Pan en cualquier escuela,
la
Emperatriz de todas mis fantasías
en
esta torre de marfil.
Y el allí donde
perderme
en
cualquier viaje sin equipaje
el resto de mi existencia.