A veces
muere la poesía
ahogada por el puño del desatino…
A veces,
simplemente lo que se desangra hasta morir, es una sociedad que pierde el
rumbo, o simplemente que no es capaz de racionalizar con sensatez las andanadas
que sistemáticamente “como en todas las guerras”, hacen aquellos que solo ven
su causa como la única medicina para cortar la hemorragia.
Digamos que la
libertad de expresión, derecho irrefutable y paralelo a mi modo de entender a
otros muchos como, la VIDA, “acabo de equiparar el derecho a la vida al
de libertad de expresión” “espero que alguno de ustedes ya haya sentido un
espasmo en su centro encefálico” y si no es así, entonces sí creo que definitivamente
la sociedad está en sus últimos estertores. Decía, que la libertad de expresión
es equiparable a otros muchos derechos, por supuesto y creo firmemente en que
todos esos derechos que nos hemos ido ganando como sociedad adulta, no pueden
verse ahora manoseados, retorcidos, vilipendiados en aras de un nuevo populismo
radical.
La libertad de
expresión no lo es todo, si no conlleva el respeto y la sensatez en su mensaje,
palabras que han de llevar sin duda a una reflexión por parte del oyente, y
nunca a la radicalización de sus sentimientos.
Cuando Lorca,
gritaba en un poema la injustica social, cuando se sumía en el más absoluto desasosiego
para plasmarlo en una cuartilla con las más hermosas palabras que de su dolido
corazón manaban, mientras intuía su destino a manos de aquellos que le iban a robar la palabra… dudo por un
instante que a modo de Valtonyc de
tres al cuarto hubiera escrito “ahora salgan ahí y maten a un guardia civil”.
Ellos,
aquellos, de los que nos hemos de diferenciar, sí salieron y mataron a un
poeta.
Creo
firmemente que la vida debe estar por
encima de todas las formas de libertad, y si no es así entonces la liberad no
existe.