domingo, 31 de diciembre de 2017

A veces muere la poesía...

Tantos versos
agolpados en la memoria,
tantas runas esperando
un chamán capaz de interpretarlas,
poniendo en orden su rima.

Vomitar un poema
casi se hace indispensable,
no por el hecho de ordenar los sentimientos,
sino por la ausencia de los mismos
y la turbación que ello causa.

Quién no ha escrito un verso
como antesala de un sollozo
que sin saberlo se convierte en poesía,
quién no ha llorado tinta
mientras el corazón le dolía.

Tener tantos versos
agolpados en la memoria,
que el espacio y el tiempo
se funden en uno,
incapaces de ser más que un instante pasajero.

Ese instante donde el puño
aprieta con desdén la pluma
ajusticiando el momento,
y entonces muere un poema entre las manos
desangrado sobre el lienzo de la vida.

Esa vida que se torna caprichosa
haciendo del destino un "ya veremos"
y asfixia el pulso y el alma,
dejando morir los versos sin llegar a ser
ese "quizás" que nos salve la existencia.

A veces,
la poesía muere
ahogada por el puño del destino.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como entiendo estos versos que se agolpan en la mente y se deshacen sin ser tinta, se esfuma el piélago, se fecundan quedando en el útero sin ser paridos, no hay versos, no hay poemas, a veces se piensa... que no hay nada que escribir que merezca la pena, porque los sentimientos quedan rezagados dentro, esperando... a que alguien los florezca...

Es triste cuando el sentimiento quiere expresar ese grito de amor que aprieta.

Cómo me llegan estos versos mi querido Luis, no lo sabes bien...

Un beso.

Yayone.

Andrea Rheinn Kirsch dijo...

Vomitar un poema
casi se hace indispensable,
no por el hecho de ordenar los sentimientos,
sino por la ausencia de los mismos
y la turbación que ello causa.


Me ha gustado mucho este escrito Cirratus. Será un placer seguir tus trabajos. Saludos!