De la nada
nace en el pecho
la astilla que se quiebra
—a veces—
incluso la sombra
que nos muestra la tierra
donde vertimos las lágrimas
pasajeras.
Sólo un suspiro,
y el recuerdo en el pecho
originando el oxímoron:
En el suelo,
mirándote silenciosa, se dibuja la sonrisa
de tu sombra iridiscente.
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