Me he quedado mirando
como se rompen las olas
una tras otra,
abrazando las rocas
o acariciando la orilla de la playa.
Las olas, como el amor,
a veces duelen cuando abrazan,
pero también saben ser caricia,
todo depende del viento y la marea
que las empuja,
y así son pasión o susurro.
Yo he sido ambas cosas.
Me he roto mil veces
para aprender a ser caricia,
y tú solo fuiste roca;
acaso, ser arena
era desmoronarse demasiado,
y no estabas dispuesta a ser la playa de nadie.
Foto: Raquel Lopez-Chicheri. pinterest
1 comentario:
Es tremendamente doloroso cuando el amor no es ni se siente recíproco...
Mi abrazo reconfortante, querido Luis.
Ah! y por supuesto, un beso.
Yayone :-)
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