Te
observa
con
los ojos expectantes
de
la duda,
sabe
ya
del
dolor, aunque sonríe
a
su manera.
Frágil
su
mano blanca
como
bandera de paz
a
la existencia.
Frida
—la huérfana—,
se
sabe futuro incierto,
estrella
fugaz
en
la comedia.
Levanta
hoy
la
mano —a modo de pincel—
pidiendo
tregua,
para
burlar la muerte
con
la mirada
[incompleta]
queda
la
casa azul
que
acogiera su poesía
en
el pecho:
El
mismo que la condena.
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