Ahora resides en la memoria,
en la lenta llama del último
beso
inagotable,
en la nada infinita del
recuerdo
y sin embargo
en todo.
Ahora, son las lágrimas
el fanal de la sonrisa
y se hace hiel el llanto
mientras alcanzo a
comprender
cuán injusta es la
existencia
si vivir es el objetivo,
sin pretender
más allá del abrazo.
Ahora que nos puede
la rabia de tu ausencia,
te diré
que fuiste ágora de mirada
titilante
y sonrisa límpida.
Nuestra es ya
la batalla que libraste,
mientras, dejas perennes
las huellas
que caminaron junto a
nosotros.