Amaneces
con tu abrazo en mi espalda
con tu abrazo en mi espalda
y la piel de un beso
horadando mi sonrisa
para despertarme
de las horas muertas;
acariciar así el alba
de los amantes pasajeros,
la línea del horizonte
-incierto-
de los sueños que se
viven.
Hay un edén efímero
en la luz insustituible
de una mirada
que se hace huella en el
recuerdo,
como las viejas pasiones
veraniegas
donde reposan para siempre
las caricias prometidas,
los labios que se buscan
y las sonrisas ausentes de
los enamorados.
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