martes, 3 de julio de 2018

Cuaderno de bitácora.


Día 18.

Puedo oír el deseo
bajo mi pecho y tu falda
a solo un pensamiento del encuentro
para amarnos despacio.

Puedo sentir como se agita el mar  
y se hace ola creciente
en la trastienda
el tacto que nos prende,
cómo ávidas
las manos otorgan su sexo
desnudando la cita y la piel.

Profanar el cuerpo,
penetrar en él vaciando el alma,
asir sin más el destino.
Vomitar el brío que nos quema
con cada envite, en cada gemido delegado,
ejecutar
y a la vez morir en el resuello.
En eso consiste el instante
para no perdernos en el tiempo
que nos conceden.

Día 18.

Late el deseo
bajo el pecho extenuado
y la desnudez de dos sexos febriles,
la falda y los vaqueros
aún yacen en el suelo como testigos.

El mar…
poco a poco se hace balsa.




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